Haga Amigos
La ciencia le da una razón más para estar agradecido a sus amigos; pueden ayudarle a vivir más. Los investigadores descubrieron que los ancianos que socializan más tienen una probabilidad de vivir un período de 10 años más que los que no tienen amigos.

Escoja Sus Amigos Inteligentemente
Los hábitos de sus amigos se le contagian, por lo tanto busque amigos con estilos de vida saludable. Estudios indican que la obesidad es socialmente “contagiosa” – su probabilidad de convertirse en obesa aumenta un 57 por ciento si tiene un amigo obeso.

Adopte la Siesta
Una siesta es normal en muchas partes del mundo y ahora existe evidencia científica de que dormir una siesta puede ayudarle a vivir más. Un estudio reciente, con 24,000 participantes, sugiere que los que hacen siesta regular tienen 37 por ciento menos probabilidades de morir de enfermedades cardíacas que los que hacen siesta de vez en cuando. Los investigadores dicen que las siestas pueden ayudar a su corazón, manteniendo bajas las hormonas del estrés.

Siga una Dieta Merriterránea
La dieta mediterránea es alta en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado. Un análisis de 50 estudios sobre más de medio millón de personas, muestra los impresionantes beneficios de esta dieta. Los hallazgos muestran considerable disminución al riesgo del síndrome metabólico, una combinación de obesidad, presión arterial elevada, aumento en la presión sanguínea y otros factores que aumentan su riesgo de enfermedades cardíacas y la diabetes.

Perdone
Olvidarse de rencores sorprendentemente es benéfico para la salud física. La ira crónica está vinculada a una disminución de la función del pulmón, las enfermedades cardíacas, la embolia y otras enfermedades. Perdonar reduce la ansiedad, baja su presión arterial y le ayuda a respirar con más facilidad. Estos beneficios tienden a aumentar al correr de los años.

Mantenga un Sentido de Propósito
Encontrar pasatiempos y actividades que signifiquen algo para usted puede contribuir a una larga vida. Investigadores japoneses descubrieron que los hombres con un fuerte sentido de propósito eran menos propensos a morir de embolia, enfermedades cardíacas u otras causas, en un período de 13 años, comparados con quienes tienen un bajo sentido de propósito. Otro estudio del Centro Médico Rush University indica que tener un mayor sentido de propósito está vinculado a reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.