El Campo de Hope en Altgeldt Park, campo de fútbol de Chicago Hope Academy en el barrio de Tri-Taylor, era un hervidero el viernes por la noche. Fue el primer partido en casa de Christian College Prep School, que entró en su onceavo año con una inscripción de 208, la mayor hasta la fecha. Como muchas secundarias, los juegos de fútbol son además de un evento comunitario, un espectáculo atlético y esto de alguna manera es más evidente en los juegos de Hope. Los estudiantes están ahí toda la tarde hasta su inicio, mientras padres, amigos y ex alumnos vienen de todas partes – y de fuera – de la ciudad. Para encontrar el campo solo tiene que mirar el gigantesco cartel sobre el I-290 justo al oeste de la parada de la Ave. Western, con la palabra ‘HOPE”, pintada de blanco sobre un fondo azul marino.

Al cruzar la calle está el Quest Center, donde Hope juega sus encuentros de baloncesto y otra milla al sur de ahí el equipo de Cross Country corre 400 metros en una pista de grava en el Douglas Park. La escuela, una renovada parroquia católica comprada a la Arquidiócesis y otros comercios cristianos por el fundador de Hope, Bob Muzikowski en el 2004, está a media milla del letrero y del campo. Sin decir más, los atletas son un apéndice vital al cuerpo estudiantil de Hope y esa energía quedó al descubierto la noche del viernes; el equipo de fútbol, dirigido por el nuevo Entrenador Matt Kelly, anteriormente en Brother Rice del Sector Sur, superó fácilmente a Lakev 48-6. Pero la victoria en el campo no fue la única; se replicaba en las gradas. En vez de alejarse cuando las Aguilas comenzaron a dominar, los estudiantes siguieron en sus puestos con el muro de Hope, que se recortaba contra el horizonte, para socializar un poco más. Hay mucho que ver en una noche de viernes en Chicago. Pero para los estudiantes de Hope, su campo no lo cambian por nada.